Desde la inmunidad de la que vive con paciencia,
con la cara lavada por la risa tranquila
y los pies descansados
inicié la marcha, mi marcha continua.
Me importa bien poco escuchar sirenas,
que me lluevan palabras ácidas
y que la estructura externa se tambalee con toda la red social.
Quiero cimientos y soy sólida.
Ya no busco lo esencial, pues lo tengo en el horizonte.
Mi marcha es esencia.
Y repito, me importa un carajo que se caguen con los cambios,
hago mi arquitectura como a mí me da la gana,
por algo es mía.
Si las miradas se apartan y los comentarios son
habitantes de cuartos trasteros, oscuros y punzantes,
escondidos y latentes en cada gesto,
llegará el tiempo en que se extingan,
pues no me molestaré ni en darles audiencia.
En mi marcha, mis manos sólo abarcan un ramo de flores
y la lluvia deberá regarlas, porque yo estoy en otras cosas.